Siguiendo el ejemplo de Juana Jugan, la congregación de las Hermanitas de los Pobres, fundada por ella en 1839, ejerce la misión apostólica que le confía la Iglesia: la hospitalidad con los Ancianos Pobres.

Este humilde servicio lo realizan a través de comunidades fraternas internacionales que quieren vivir el espíritu evangélico de humildad, con una inquebrantable confianza en la Providencia de Dios.

Las Hermanitas de los Pobres actualizan el gesto de su fundadora: acoger, confortar y cuidar hasta su muerte natural a los ancianos, cualquiera que sea su nacionalidad, respetando su libertad, dignidad y creencias religiosas, y optando por el respeto a la vida, de la que sólo Dios es el dueño.